
Somos muchos los que oímos hablar del entrenamiento funcional, pues es una de las metodologías que está de moda en estos momentos, gracias a actividades como el CrossFit y el TRX. El éxito radica en parte a la forma de no primar la optimización física sino buscar la mejoría estética.

Otra de las diferencias en cuanto a la metodología tradicional es que mientras el culturismo, musculación, entrenamiento con pesas se centran mayormente en trabajar cada músculo por separado, el entrenamiento funcional utiliza ejercicios que imitan los patrones de movimiento naturales que se producen en la vida diaria y/o en los deportes, trabajando todo el cuerpo de manera extremadamente variada y efectiva. En todas las sesiones de entrenamiento se pueden trabajar simultáneamente múltiples zonas musculares que involucren fibras de prácticamente todas las partes del cuerpo, ya que más que buscar tener grandes o tonificados músculos busca mejorar capacidades físicas como la fuerza, la velocidad, la resistencia, la agilidad, la movilidad, la estabilidad, la coordinación o el equilibrio.
Otra cambio respecto al entrenamiento clásico es que las rutinas de entrenamiento funcional no se realizan con máquinas complejas sino que se pueden hacer con materiales mucho más sencillos sin ser por ello menos efectivos y que, además, resultan muy entretenidos para quienes los realizan, como por ejemplo combas okettlebell.
Todos los días, cada uno de nosotros realizamos una amplia gama de actividades relacionadas con entrenamiento funcional como levantar objetos, saltar, sentarnos o ponernos de pie en las que intervienen prácticamente todos los músculos de nuestro cuerpo.